El abuso sexual infantil (ASI) es una realidad compleja y dolorosa que afecta a niños, niñas y adolescentes de todas las edades, entornos y condiciones sociales. Ante esta problemática, la intervención profesional no solo debe ser rigurosa y coordinada, sino también empática y respetuosa con los procesos individuales de cada persona afectada.
En este contexto, la acogida social es el primer paso en el acompañamiento a las víctimas de abuso sexual infantil. A menudo es el espacio donde se explican los hechos por primera vez, donde la persona es escuchada con respeto y puede empezar a deshacer el sentimiento de culpa. Esta etapa inicial es delicada y decisiva, y requiere una intervención profesional cuidadosa, empática y bien formada.
¿Qué implica una buena acogida?
Una acogida social eficaz no es solo una cuestión de buenas intenciones. Requiere formación específica, conocimiento de los protocolos legales, habilidades comunicativas, capacidad de contención emocional y una comprensión profunda de las dinámicas del abuso sexual infantil. También es esencial saber reconocer las reacciones emocionales y conductuales que pueden aparecer en niños, niñas, adolescentes y familias, y actuar con sensibilidad y prudencia.
Además, hay que tener presente que los profesionales que trabajan en este ámbito pueden experimentar trauma vicario o fatiga por compasión, por lo que es imprescindible disponer de herramientas de autocuidado y espacios de supervisión.
Formarse para intervenir con seguridad
Para reforzar las competencias de los profesionales que trabajan o acompañan a población vulnerable afectada por el abuso sexual infantil (ASI), desde la Fundación Vicki Bernadet ofrecemos el curso online: La acogida social en contextos de abuso sexual infantil (ASI).
Se trata de una formación teórica y práctica que combina sesiones en directo, análisis de casos, simulaciones y recursos complementarios, con el objetivo de promover una intervención segura, empática y coordinada.
Además, la Fundación pone a disposición de los profesionales espacios de supervisión especializados pensados para ofrecer acompañamiento técnico y emocional en la práctica diaria, y prevenir el desgaste vinculado al trauma vicario.





